“Propuestas para una Convivencia
en Paz”
Aportes de los Embajadores de Paz a la problemática
actual
Anexo Documento “Juntos por la Paz ”
Por Enrique
Carrega *
Para lograr una formación adecuada en nuestros niños y niñas debemos
forjar un abanico de habilidades, hábitos, conceptos, nociones y vivencias que
conducirán a la formación de valores, mediante actividades bien organizadas y
concebidas metodológicamente, cuyo punto
central de este proceso es la observancia de reglas de conducta que son
socialmente aceptadas y que les permiten regular su conducta de manera mucho
más efectiva en etapas posteriores. De este modo podremos resolver las situaciones de conflicto
presentes en nuestras escuelas, a sabiendas que el problema de la inseguridad y
violencia, debe abordarse desde una perspectiva global, que transforme el
entorno escolar como un todo.
Para ello desde la
Educación Inicial , dirigida a fomentar la creación de
espacios de convivencia pacífica, donde los niños y niñas aprendan a
relacionarse, participar y compartir con otras personas en cualquier situación
o circunstancia. Esto puede ser posible en la medida que los niños y niñas
participen en actividades colmadas de afectividad, ternura y la sensibilidad de
quienes les rodean, favoreciendo el encuentro con los otros y valorando las
diferencias (sexo, edad, raza, religión, nacionalidad, ...) como elementos
enriquecedores de este encuentro.
Por lo que tendremos en cuenta que, para desempeñar la educación,
debemos: forjar una cultura de paz y no
violencia, colmada la misma de
cariño, en particular mediante la enseñanza de la paz y la no violencia a
los niños, lo que promoverá los propósitos y principios enunciados en la Carta de las Naciones
Unidas.
Para ello debemos partir de conductas escolares implantadas en el seno
de las actitudes de los docentes: aprender a conocer el abanico de
posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida docente, no sólo
formación académica sino, más generalmente, una competencia que capacite al
individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en
equipo. Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas
experiencias sociales que se ofrecen a los niños, niñas, jóvenes y
adolescentes, en su contexto social.
Aprender a vivir juntos, desarrollando la comprensión del otro y la
percepción de las formas de interdependencia - realizar proyectos comunes y
prepararse para tratar los conflictos -, respetando los valores para la
comprensión mutua y la paz.
Una de las estrategias pertinentes para favorecer el aprendizaje de
habilidades, hábitos y actitudes para la interacción social en los niños y
niñas, está relacionada con la elaboración de las normas de convivencia, forjando la paz sobre un manto de cariño.
Las reglas que incluyan deben ser: justas, fáciles de comprender,
acordes con lo que se pretende, posibles de cumplir y, que no choquen con otras
normas o con los valores de la escuela o de la sociedad.
Para establecer dichas normas y construir patrones de comportamiento es
necesario generar el interés en los integrantes del grupo. Para ello, es
importante crear un clima armónico y propiciar conversaciones con el grupo de
niños y niñas acerca de lo que entienden como Paz y/o convivencia pacífica.
Hacer lecturas acerca del tema; invitar a los niños y niñas a compartir sus
ideas y reflexiones acerca del tema.
Un objetivo prioritario para una convivencia pacífica es mostrar a los
alumnos los mecanismos suficientes para la resolución de conflictos. Debemos
buscar, interactuando siempre en forma grupal, como implementar los mecanismos
para resolver conflictos emergentes en el ámbito escolar. Es decir, ese
conjunto de comportamientos que suele
mostrarse dominante a lo largo del tiempo; aunque también es cierto, que somos
capaces de variar el estilo a medida que un conflicto se desarrolla.
Estos cuatro modelos son:
Evitación: es por definición la no negociación o la
negación de la existencia del problema. En esta estrategia la preocupación por
la relación, así como por los resultados es muy baja.
Acomodación: en esta estrategia la importancia de la
relación es muy alta y la del resultado muy baja. Nuestra prioridad es mantener
feliz al otro, o bien, no hacer peligrar nuestra relación por el hecho de
intentar alcanzar algún beneficio. Se puede afirmar que es otra forma de
negación del conflicto.
Competición: en esta estrategia el resultado de la
negociación se impone sobre la relación. Una persona que confronta el conflicto
tiende a verlo como un asunto de “pérdida-ganancia”.
Solución del problema: en esta estrategia, las partes implicadas
consideran el conflicto como algo natural en las relaciones humanas, y resulta
igualmente importante tanto el resultado como la relación.
Un mecanismo, esencial para el uso de un estilo idóneo, y llegar a un buen
entendimiento, es la utilización del
diálogo, como intercambio de opiniones o puntos de vista.
Pero la experiencia nos dice que no dialogamos correctamente. A veces,
convertimos el diálogo en conversación de sordos, en monólogo a dos bandas, en
pelea verbal. Parece que siempre ha sido así. Nos cuesta salir de nuestro mundo
y meternos en el mundo de los demás.
Es aquí donde la escuela debe jugar un papel necesario, fomentando en
los alumnos las actitudes y habilidades básicas para dialogar correctamente.
Entre estas, son básicas las que enumeramos a continuación:
Escuchar: El diálogo, además de la libertad de hablar,
es la buena disposición para escuchar, para atender a lo que se nos dice más
que a lo que se va a contestar, mostrando preocupación y deseo por entendernos.
Esto será interpretado normalmente como respetuoso.
Respetar los límites: Significa resistirse a la necesidad de
decirlo todo inmediatamente, incluso a través de las expresiones no verbales.
Entender y comprender: Interpretar bien al interlocutor, no tomando
las cosas al pie de la letra, procurando comprenderlo todo, incluso lo opuesto
a lo que se defiende.
Mostrar empatía: Significa comunicar que eres consciente de
los pensamientos, sentimientos y experiencias del otro. Examinar cual es su
posición, para aumentar el entendimiento.
Respetar las opiniones: No creyendo tener toda la razón, respetando
y tolerando la opinión ajena. Respetar, comienza por no adoptar posturas
intransigentes aceptando la parte de verdad que puede haber en las posturas de
los demás.
Buscar la verdad: Aceptar que nadie posee toda la verdad, que
todos saben algo de ella y que hay que estar abiertos a la verdad de los otros.
Lenguaje común, preciso y claro: El resultado de un diálogo, depende en gran
medida de que se establezca un lenguaje común, claro y preciso, evitando, así,
dar lugar a interpretaciones erróneas.
Argumentar nuestra postura con
hechos: Tratar de convencer
aportando siempre hechos, que no pueden discutirse, no a través del grito.
Objetividad y razón: Dialogar de manera razonable, evitando la
disputa, sin apasionarse ni descender al terreno personal.
Serenidad y sosiego: Para el éxito del diálogo es fundamental una
atmósfera de serenidad y sosiego, manteniendo en todo momento la calma.
En definitiva, la habilidad para comunicarse bien con los otros no es
algo innato, puede ser aprendida, y todos poseemos el potencial de poder
comunicarnos más eficazmente.
Un buen comienzo para la educación comunicativa en los alumnos podría
ser el examen de sus hábitos y pautas actuales. ¿Cómo se comunican en
situaciones de conflicto? ¿Interrumpen, pelean, permanecen en silencio? El
hecho de responder a tales preguntas y discutir estas cuestiones, les ayudará a
entender mejor quienes son, y qué quieren como comunicadores. Deben ser
conscientes de sus hábitos, estereotipos y prejuicios; de dónde se originan y
cómo estos les afectan en la interacción con otros grupos.
ENRIQUE CARREGA
* Abogado.